CRÍTICA
Sol de mi tierra para José Caballero
María de
Pedro Gil Mazo admiraba
A José Caballero
como a nadie.
Fue su principal influencia,
de él absorbió todo lo que
pudo porque le encantaba
lo que creaba.
Por eso este cuadro, como
otros tantos, es para él,
“Sol de mi tierra para José
Caballero”, su amigo. Gil-
Mazo quiso dedicarle una
atención que, sabía, merecía.
Su forma de agradecimiento
y reconocimiento
era también a través del
arte. Así, creó esta obra.
José Caballero respondía
cada vez que Pedro le
pedía algo para su tierra –
como hacía siempre-. En
esta ocasión, era él quien
quería regalarle un trocito
de esta tierra de la que
siempre estuvo enamorado.
Se trata de una obra de dimensiones
considerables
(96,5 x
una simple pintura, pues el artista utilizó una
técnica mixta a la hora de elaborarla. La pintura
matérica, como a su maestro, le llamaba mucho
la atención, y la trabajó. En este cuadro, Pedro
presenta una práctica que refleja en muchas de
sus obras: tela encolada. Con ella, da vida al
cuadro. Su obra no se conforma con querer escapar
de la madera, sino que lo hace. Además,
utiliza otros materiales para resultar una masa
que no sólo mancha la base, sino que la enriquece.
Es un cuadro que se enmarca dentro del expresionismo,
una de las tendencias sobre las
que se movió este artista de Punta Umbría. En
ella, quiere expresar a un amigo que comparte
con él lo mejor que posee, lo mejor que podría
regalarle. La luz de su tierra, y con ella, todo.
Esta composición pictórica está dividida en
dos partes. Una franja separa la parte superior,
un poco más estrecha, de la inferior. La franja
divisoria no es una línea delicada, sino gruesa
y un poco irregular. Pedro no buscaba la perfección,
sino la creación, la artesanía. Las partes
están también diferenciadas por el color.
Colores fríos, con tonos azules y grises arriba;
y colores cálidos, destacando el naranja y los
tonos rojizos debajo. La parte superior es más
ligera que la inferior, que concentra todo el
peso de la obra. Sin embargo, lo importante
queda en la mitad izquierda superior, la que
normalmente tiene menos fuerza en una obra
de arte. Es así porque Pedro usó una forma geométrica
en su cuadro, usó el círculo.
El círculo era influencia clara de su gran
maestro y amigo. José Caballero comenzó a interesarse
por formas geométricas puras en la
segunda mitad de los sesenta, buscando la simplificación
de la obra, eliminar lo superfluo, intentando
reflejar la esencia. Tras probar con el
rombo y más tarde con forma piramidal, descubrió
el círculo como la forma perfecta para
expresarse. Aunque en un primer momento
buscaba en la figura nuevas posibilidades plásticas,
pronto cobró una importante fuerza simbólica
en la obra del pintor. En eso se inspiró
Pedro cuando, en los ochenta, unos veinte años
después, comenzó a presentar esta forma geométrica
en sus cuadros. Él también buscaba lo
que Caballero ya había encontrado. Pero no se
trataba de una imitación al ilustre pintor, sino
de hacer referencia y aprender de él. Cada uno
con su estilo. Así, Gil-Mazo nunca dedicó una
obra a un círculo aislado, como tantas veces
pintó Caballero. Pedro incluía el círculo en sus
obras, pero siempre estaba acompañado de algo
más.
Otra clara influencia de este artista en Gil-
Mazo es la inclusión de grafías entre la pintura.
En este caso, insertó las iniciales de la persona
a quien iba dedicada la obra. No necesita escribir
en ella nada más, porque no hay nada que
explicar.
El sol que Gil-Mazo regala a José Caballero
es precisamente el círculo que le caracteriza,
por eso sus iniciales están cerca de él. Este
sol es de tonos grisáceos, y de fondo, el azul
oscuro lo cubre todo, aunque pueden verse
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tres círculos de diferente tamaño del mismo
color pero con un tratamiento diferente, tienen
un poco de relieve. La línea gruesa que
divide la composición es lo que representa el
horizonte. El sol, y el arte de José Caballero,
están arriba, por tanto, en el cielo. A pesar de
ser la zona de colores fríos, las iniciales JC y
varios círculos que se encuentran dentro del
círculo principal, son de color naranja, destacando.
Debajo del horizonte, se encuentra su tierra,
Punta Umbría. Sobre un fondo de tonos naranjas
y rojizos, aparecen elementos que mezclan
los colores fuertes con otros más claros. En
estos elementos, es muy posible que Pedro estuviera
representando a su gaviota, la que no
podía faltar en una obra suya. La figura que
está a la derecha de todas, refleja una forma que
se asimila a las alas de este ave que siempre
está rondando por el cielo puntaumbrieño. Las
demás se asemejan a las velas de los barcos.
Así, también representaba el mar y la tradición
marinera de su pueblo.
Este “Sol de mi tierra para José Caballero” es
una de las obras que componen la exposición
permanente de
Cultural de Punta Umbría, la tierra de
Pedro. No son muchas las que acompañan a
ésta, a pesar de la enorme colección que espera
escondida a que llegue el día en que salga a la
luz.
Ojala dentro de no mucho tiempo se pueda
disfrutar de su patrimonio al completo, que está
Lleno de verdaderas obras de arte, como ésta.
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